El artículo que aborda la compleja y persistente situación en Chiapas, México, cuatro años después del levantamiento indígena, y se centra en la vulnerabilidad de la Iglesia Católica en la región. El autor denuncia que la Diócesis de San Cristóbal es vista como un "enemigo molesto" por el gobierno y el ejército debido a su labor de caridad y solidaridad al prestar ayuda y cobijo a la población indígena expulsada y a los rebeldes heridos, un acto que las autoridades interpretan erróneamente como simpatía o militancia política. Como resultado de esta tensión, se documenta la apropiación de 40 templos por parte de autoridades civiles y el nombramiento arbitrario de sacerdotes disidentes (como en el caso de Chenalhó), lo que evidencia un "atraso jurídico-social" y un ataque directo al ministerio eclesiástico. El texto contrasta la falta de conocimiento y continuidad de los funcionarios gubernamentales con el profundo arraigo y conocimiento de la problemática social que posee la jerarquía eclesiástica. La conclusión subraya que el conflicto de Chiapas carece de voluntad política real para su solución, y la defensa de la Iglesia, ante la continua violencia e intolerancia, se convierte en un compromiso para defender el Estado de Derecho y los derechos humanos de la población.