El artículo aborda la evolución de la educación femenina en México y el rol de la mujer frente a los desafíos del mundo actual. El estudio traza un recorrido histórico que se remonta a los antecedentes de la antigüedad y la educación Azteca (que definía roles sexuales rígidos), y la Colonia, donde la instrucción formal para la mujer se limitaba a labores domésticas, doctrina cristiana y formación para ser madre y compañera del marido, al considerarse inútil la ampliación de su cultura. El texto destaca el cambio que marca el siglo XX con la incorporación masiva de la mujer al ámbito laboral (industria, comercio y servicios) y la búsqueda de sus derechos tras la Revolución Mexicana. Hitos como el Primer Congreso Feminista de 1916 demandaron una educación y un estatus jurídico que permitieran a la mujer vivir con independencia. A pesar de los avances, la autora señala que la cultura mexicana aún tiende a beneficiar la realización del hombre, lo que se traduce en una desigualdad social y remunerada para las mujeres profesionales. Se subraya el problema de la deserción escolar femenina en la enseñanza media y superior, a menudo causada por la presión cultural de priorizar el sostén familiar masculino y la idea de que el ingreso femenino es solo un complemento. La conclusión enfatiza que la educación debe ser una herramienta real para la mejora social ante los graves problemas que aquejan a México.