Subjetivación superyoica y psicología del neoliberalismo [Traducción]
Abstract
La elaboración de la noción freudiana del superyó ha seguido una trayectoria relativamente clara. En 1914, en Introducción al narcisismo, Freud identificó un componente específico del aparato psíquico que, según él, representaba a la sociedad, con lo que marca el comienzo de la presencia y la influencia de lo social en el seno mismo del psiquismo. El argumento posee una forma particularmente original. La idea es que para ese ser vivo especial, que es el hombre, la voluntad de vivir, irreductible al instinto de conservación, es más bien la coronación de la autoestima: para querer seguir viviendo, para amar la vida, hace falta primero amarse a sí-mismo. Pero, en los hechos, esta autoestima
supone que uno se evalúa a sí-mismo, con base en criterios tomados de los valores sociales imperantes, de las formas en las cuales, en un medio cultural dado, definimos implícitamente lo que constituye una vida estimable en tanto se considera como realizada. Freud llamó “ideal del yo” a este polo de referencia. Es en este sentido que, según él, la estructura narcisista implica paradójicamente un momento social, una integración de algo social en el corazón mismo de la intimidad subjetiva.